La cuentoferencia de Francois Vallaeys

La temporada de «Del Titanic al Arca de Noe» terminó, así que puedo spoilearla con gusto.

Francois Vallaeys, el reconocido narrador de cuentos, el filósofo francés más peruano que jamás he visto, trata de responder algunos cuestionamientos sobre la existencia del hombre – qué somos, cómo nos relacionamos, qué hacemos, y cómo terminamos – y lo hace a través de una divertida y amena exposición que él mismo llama «cuentoferencia».

Armado de una pizarra acrílica, un plumón, y su acostumbrada samsa sanza, Vallaeys nos dice que «somos lo que el entorno hace de nosotros», por eso un hombre en el Polo Norte vivirá como esquimal y otro en el desierto lo hará como tuareg. Sin embargo, ese entorno es adaptado por nosotros mismos porque «sólo podemos vivir en el mundo que nosotros mismos creamos», y es que estamos creando mundos todo el tiempo, transformamos las cosas cuando las tocamos, porque «todas las cosas están conectadas, cuando tocamos algo, tocamos el universo».

Y en esos mundos que creamos, Vallaeys también se pregunta por la manera en la que convivimos con los demás, y hace un análisis de las diferentes éticas que hemos inventado para mantener una convivencia medianamente armónica. Nos habla de la reciprocidad regida bajo la ética del bien y el mal, de la redistribución regida por la ética de la ley y la justicia, pero también nos habla del intercambio y para el que aún no hemos inventado una ética. Él plantea la sostenibilidad, es decir que exista equilibrio con nuestro entorno. Su sociedad ideal es una que sea buena, justa y sostenible.

Cuando se pregunta por lo que hacemos los seres humanos, Vallaeys duda de que en verdad los humanos sepamos lo que hacemos, o lo que es peor, que sepamos las consecuencias de lo que hacemos, y nos habla de las responsabilidades: moral – diferenciar lo que está bien y lo que está mal – jurídica – respetar las leyes – y social – «amar no sólo al prójimo sino al lejano», pensar no sólo en lo que ocurre hoy, sino en lo que pasará mañana.

Finalmente, en cuanto a cómo terminanos, Vallaeys nos habla de la ciencia y sus límites, de hasta dónde queremos llegar los hombres para perpetuarnos, y en vez de lamentar la muerte, la engrandece, porque «sin muerte no podría nacer nueva vida».

La reflexión viene acompañada por 4 entretenidísimos cuentos que nos permiten entender estos mensajes y hacerlos parte de nosotros. Del Titanic al Arca de Noé no significa retroceder, es avanzar. El Titanic era un barco enorme, moderno, lleno de riquezas que finalmente no soportó su primer viaje; pero el Arca de Noé, aunque pequeña, incómoda y humilde, logró preservar la vida de todas las especies del planeta, era un barco bueno, justo, y sostenible.