Quizás uno de los peores crímenes que puede cometer una mujer es salir a la calle en ropa de gimnasio, y si la ruta la lleva por un taller de mecánica o una obra de construcción, es un serio agravante. La conclusión es anticipada, y la sentencia puede variar, desde un simple seseo, hasta una grosera metida de mano. Incluso un encantador ‘buenos días’ puede esconder un pensamiento libidinoso.
No voy a negar que a muchas mujeres nos gustan los piropos, bonitos, creativos, que nos sorprenden gratamente en algún momento de desconcierto, que nos arrancan una sonrisa y nos mantienen contentas el resto del día. Pero lo que algunos tipos hacen en la calle, es de tan bajo nivel, que hasta nos dan lástima.
Puedo suponer que estos caballeros piensan que las mujeres somos idiotas – bueno, algunas veces lo somos – y es que pese a sentirnos vulneradas, invadidas en nuestro espacio personal, no somos capaces de reaccionar, y por el contrario, nos quedamos masticando la rabia y pensando todo aquello que nos hubiera gustado gritarle al impertinente sujeto que se creyó con derecho a dirigirnos un gesto vulgar solo porque ese día en particular decidimos vestir una pantaloneta elástica.
¿Qué pasaría si en vez de sumergirnos en la impotencia del silencio, nos dejáramos llevar por la rabia? ¿Qué pasaría si cuando un miserable tenga el atrevimiento de decirnos una vulgaridad, siquiera a insinuar un silbido, nos diéramos la vuelta para enfrentarlo? ¿Sería tan valiente de repetir su malcriadez?
Bueno, es verdad que podríamos arriesgarnos a una respuesta peor, pero ¿Por qué aguantarnos? ¿Por qué no utilizar el momento para volverlo a nuestro favor, y aprovechar para descargar sobre el inoportuno las vicisitudes de un mal día? ¿Por qué no convertir al origen de nuestra ira en el destino de la misma? ¡No te contengas, mujer! ¡Pierde los papeles! ¡ENÓJATE! Insulta a ese galán mamarrachento, señálale a viva voz y con firmeza sus defectos, sus gorduras, sus depresiones, sus deformidades. Es muy probable que no consigas doblegar al descarado, pero habrás conseguido librarte de ese lastre que te impedía decir lo que verdaderamente sientes.
Esos malcriaditos nunca faltan… en fin, es cosa de actitud. Ponerse al boca a boca con el desadaptado tampoco es muy saludable que digamos —y hasta puede ser perjudicial; digo, los hay MUY faltosos—.
Mejor tomarlo de como quien viene: no vale la pena.
saluos!!
Es lo mismo de siempre, si algo existe es porque alguien lo acepta. Aun en nuestros dias la cantidad de mujeres con autoestima baja es significativa.
Entendible toda la furia contenida. Sin embargo, es posible que esa mala copia de galán te responda peor o motive a los demás a responder (siempre están en mancha). Es un riesgo a tener en cuenta
me parece correcto el primer comentario, y tmbien todo tiene un limite correcto